viernes, 25 de febrero de 2011

Fuera del capullo


Bolas de fuego caen sobre mi, que me fundo con este mar de cera;
mi cuerpo débil no sabe resistir al indiferente tiempo que no espera.
Y así voy desapareciendo, ya pierdo forma y mi piel se llena de arrugas;
quiero refugiarme, no ser mariposa, y volver a ser oruga.


La perfección es frágil, y de tanto arrastrarme yo soy muy fuerte;
no quiero volar ni alcanzar mi auge, porque perfección significa muerte.


Que ironía que la vida un día dure cuando se sale del capullo;
que ironía que la vida te quite lo que ganaste con orgullo.
Este par de alas a mi me pertenece,
fui yo quien sufrió lo que se sufre cuando a los golpes se crece.


Y hoy que me siento tan completa, que me siento tan feliz,
ese rayo de luz que me atraviesa me dice: no tenes que estar aquí.


Pero no quiero irme, no ahora que estoy así.
¿Cual es el sentido de la vida si viví sin saber vivir?
Quizás sea ese, el de ablandarnos lo duro,
jugar con nosotros y matarnos sin apuro.


Es que nuestra pena no es su pena, ella impone la condena,
y te deja saborearle, cuando no se es piedra sino arena.


Sofia

martes, 22 de febrero de 2011

Insomnio

Desperté aun con los ojos cerrados. Desperté. Desperté y sentí  ese nuevo golpe de realidad,  sin querer abrir los ojos como si esto pudiese evitar lo inevitable. Una vez mas era sacada de aquel mundo de sueños, para darme cuenta de mi existencia material y limitada. Aunque no solía recordar de qué trataban esos viajes oníricos que tanto hacían que amara mis escasas noches de pernoctación, la sensación ambigua que me invadió  al despertar, se apoderaba rápidamente de mi cuerpo, avisándome que todavía no había llegado el momento.
Noches eternas en vigilia, en la espera de algo que no conseguía concretar en palabras ni en imágenes, pero que lograba aterrorizarme al punto de desvelarme semanas enteras. El insomnio    ya era bienvenido en mi como aquellos familiares que aunque no se quisiera, había que recibir en el hogar.  Con aceptación, pero inoportunamente.  Así  logré entender, después de una larga seguidilla de episodios de igual carácter, a aquel sabio que sermoneaba a Zarathustra respecto de la virtud de dormir: es que así era, el dormir es la cualidad del buen hombre, nunca del atormentado.
Y bien atormentada estaba que, cuando un párpado caía pesadamente cubriendo mi ojo, ya el otro se levantaba con tal sobresalto y rapidez que ni un segundo de lo que ocurría a mi alrededor era perdido de vista. Madrugadas y madrugadas en vela, siguiendo con paranoia esas sombras que me acosaban y que mi cabeza, en un afán por revelarse quién sabe porqué, jugaba a inventarse.  Si, esa era su diversión. Al menos así parecía. ¡Y bastante divertida de hecho! Sobre todo cuando no solo afectaba mis noches, sino también mi eficacia mental durante el día.

¿Acaso mi cerebro estaba en una conspiración en mi contra? ¿Se estaba llevando a cabo en algún lugar dentro de mi cavidad craneana un intento de derrocamiento a algún tirano que dominaba y esclavizaba a cada una de mis neuronas; y estas,  valiéndose de su cualidad como interpretes de estímulos provenientes de eso que llamamos realidad, recreaban el infierno en mi cabeza? ¡Toda un revolución! ¿O es que este infierno ya había sido mi huésped  desde hacía varios años (no solo en mi cabeza sino en mi pecho, en mi alma, o donde fuere) y ahora estaba dispuesto a hacer de mi su nuevo hogar permanente, siendo este  el efecto de su escandalosa mudanza y anticipando lo que ya vendría?

Sea cual fuere el motivo, la razón o la causa, la realidad de que cada día  (considerando que se sumaban sin piedad las horas sin descanso) mi cuerpo me pertenecía menos, era por un lado una condena de la que no creía poder escapar, como así también un alivio..
Con el desgaste que demacraba mi vida y la gran disputa entre mi imaginación (o quizás mi realidad) y el sueño que quería llevarme hacia otro lugar, no era más que aquel barrilete que de pequeña solía remontar. En una guerra entre el instinto y la necesidad, solo estos parecían aliarse para destruir la poca cordura que poseía. No era sorpresa entonces que ya harta de ruidos y voces que se gritaban una por sobre la otra, decidiese dejar todo al azar. Sin estrategias y sin voluntad (y casi sin vida, mi cuerpo ya se encontraba débil) me entregue a la cama que me aguardaba en silencio.

Despacio me dirigía a ella para recostarme en su cuerpo de madera. A medida que me acercaba podía sentir ese escalofrío que generaba su presencia cargada de una traición que sin duda alguna llegaría. SI. Seria ella quien me entregaría. Al sueño, que me quería como su víctima, rencoroso por todas las noches que de él logre escapar; al fuego de una locura que no podía controlar y que se metió en mi cuerpo sin dar aviso alguno.  Si, había estado enfrente mío todo este tiempo..  
Un diluvio de dudas. Eso era en la única parte de mi mente que lograba controlar. Como gotas filosas caían mis pensamiento, cada hipótesis, alimentando ese vaso lleno de confusión que era mi cabeza, donde cada molécula de agua era el resultado de un pensamiento anterior que ya se había derretido para dejar de ser parte de mi conciencia y convertirse en este caos interno.
Caminando con pasos firmes hacia ese traidor verdugo que estaba a punto de entregarme, pudiendo incluso materializar mis miedos, un nuevo interrogante se había presentado, quizás para no ser respondido nunca. ¿Sería mi cama que, cansada de todas esas noches de derroche y vicio donde mi cuerpo se tendía muerto sobre ella, incluso a veces bañándola con los efectos del alcohol y la mala vida, habría reencarnado con ayuda de la almohada en pesadillas? Planteado esto, una serie de imágenes fantasiosas habían atravesado el interior de mis ojos, viendo como estos simples muebles complotaban mi destrucción. Así era. Mi almohada, después de tantas noches de consuelo absorbiendo mis lágrimas, debatiéndose mis dudas y pagando las condenas de mi culpa había tenido que permanecer despierta, sin tregua, y ahora pedía venganza.
Ya perdía toda luz que iluminase mi razón. Cargando con mis delirios a dos entes sin vida como las causantes de mi miseria, había llegado a un límite. Era hora de enfrentar a mi enemigo, era hora de hacer humo el infierno que se instalaba en mi.
Sin más, silenciando todo ruido, entregándome a una pena de muerte que yo mismo me había impuesto , me desplome en la cama. Esperar. Todo lo que quedaba era esperar.
Dicen que calma es lo que antecede a la tormenta, así lo creía; y mientras sentía que la serenidad aguardaba para entrar en mi, no podía evitar recordar eso. Viene la tormenta. Así afirmaba, no había dudas.

Un, dos, tres, cuatro segundos de calma, seguido instantáneamente de paranoia..Un, dos, tres, cuatro, cinco segundos de calma..paranoia…seis, diez, cientos, miles segundos de calma, y descontando.. Empezaba la cuenta regresiva mientas entraba a mis oídos el eco de esa voz que anunciaba que después de la calma viene la tormenta, hasta que en forma de grito, ese mensaje rompió toda posible tranquilidad.
Delirios. Estaba presa, atada a mi cama por ligaduras invisibles que me ahogaban en ella. Desesperación, confusión, terror  y agonía; consumados en un mareo sin fin y desorientación, falta de control (desde el primer día nunca lo tuve). Estaba ciega, y ninguno de mis otros sentidos quería responder ante la falta, pero lo sentí. Ahí llegaba. Ya se adueñaba de mi, me llevaba, me asfixiaba, me mataba. Ya estaba dentro mío. Era tarde y no tenia salvación. Todo se volvió negro.

Desperté. Sin abrir los ojos desperté. La traspiración aun bañaba mi cuerpo, recordando que todo fue verdad. Desperté. El olfato me informaba que la lluvia había mojado las calles fuera de mi hogar, y el olor a tierra mojada me confirmaba donde estaba. Desperté. Sufría la resaca, producto de unas cuantas botellas de sufrimiento y pánico. Desperté. Desperté en fin. Nada más importaba ya. Había despertado, y solo quedaban resabios de una noche que jamás comprendí, y que prefería no recordar.
Entre alegría por haber sobrevivido a quien sabe que, y miedo de no saber en que estado, abrí los ojos. A pesar de la lluvia, asomaba vergonzosa la luz del sol. Nada fuera de lugar; el único testigo de lo acontecido era mi cuerpo tembloroso y lleno de sudor, y mi cabeza confundida que no paraba de martillar. Aun así, comencé a sonreír. La hermosa sensación de haber  dormido y encontrado en mis sueños a mi peor enemigo, saliendo este vencido, compensaba las bajas de la batalla. Porque si, era conciente que era tan solo una batalla en una lucha eterna contra mi propia persona.
Pero hoy, hoy era feliz. Había sobrevivido. Aun no llego el momento.

Sofia

lunes, 21 de febrero de 2011

Noctambulismo

Hacía horas que caminaba perdido por el desierto de aquella ciudad dormida. Otra madrugada mas donde la soledad se dejaba abrazar con extraña fuerza. Era de esperarse, después de varios días sin dormir y con la paciencia agotada, no querer contar con nadie mas que esa botella tan vacía de juicios y reproches. Ninguna melodía tan hermosa como el silencio profundo, eco de la muerte de todos los sueños que jamás iban a ser recordados. Indiferente al vicio y derroche que se contempla cada anochecer  al transitar las calles de la asquerosa Buenos Aires, iba un poco perdido, autista ante la inmundicia que me rodeaba.
Y que ficción parece el día al encontrarse uno merodeando solo cuando el sol ya escapo por el implacable horizonte amurallado por  edificios. Como una simpática careta que se cae y deja al descubierto una serie de facciones mudas y sombrías; como el mas divertido teatro cuando baja la cortina y los reflectores se enfrían lentamente..
El noctambulismo salvaje y carroñero, siempre en vigilia de alguna víctima inocente, o a veces no tan inocente, esperaba la oportunidad de realizar su ya rutinaria sucia jugada. Pero  no lograba preocuparme.  Tenía poder. Esa sensación de infelicidad, miseria pura de un alma en pena, ese dolor asomado del pecho que daba aviso  que el infierno mismo se encerraba dentro de mi ser, y que gritaba que si hasta  el propio diablo, de acercarse a mi, podría resultar condenado por el mas tortuoso castigo, inimaginable y terrorífico incluso  para el conocido rey de los males, traía consigo la potencia de un blindado, impenetrable a cualquier intento criminal en mi contra. Mi mas profunda herida, ese estigma que he de llevar siempre conmigo, era así mi mas confiable guardaespaldas..

Sofia

domingo, 20 de febrero de 2011

Desescribiendo el destino



Y una vez mas pregunte a mi corazón,
pero hoy, hoy no me toca sentir;
presa de prisas, esta prosa prohibida no sabe decir.
Viajando solo, matando mentiras, con el paso cansado,
mi día es nublado y la noche sin fin.


Porque vengo a descubrir que el sol decidió ser de hielo,
porque la vida es así, son solo momentos.
Es que este alma de tinta se quedo sin papel,
y decidió escribir las huellas sobre sus pies..


Ampollando la piel con penas,
estallan una a una mis venas..
 es que a veces es bueno sufrir.
Y en mi andar descalzo y descuidado,
sin pensar en espantos,
 no necesito nada;
ya no te quiero sol,
ahora la luna es mi aliada.
Con la penumbra del camino,
hoy te mato,
adiós destino..te desligo ya de mi!


Sofia

sábado, 19 de febrero de 2011

Fingiendo realidades - En busca de eternidad

"Fingiendo realidades
con sombra vana,
delante del Deseo
va la Esperanza.

Y sus mentiras
como el Fénix renacen
de las cenizas"

Gustavo A. Bécquer

Fingir realidades, camino contrario al propio encuentro, matarse a uno mismo. Convirtiendo en mentira la vida, hacemos de nosotros un tesoro sin valor.
Privados de sentir, no hay experiencia que valga, cuando somos  nuestro propio enemigo.
Luchando contra molinos gigantes de apariencias extrañas a la esencia, ¿Cómo ser uno mismo en este mundo de frivolidad?  ¿Cuándo dejamos de ser uno, para empezar a ser el otro que no somos?
En estos días de individualismos, entre estampidas de personas que buscan subir solo derribando a otros; que pulen sus trofeos en pos de atención y fama; yo prefiero desahogarme, gritar mi verdad en silencio, desde un nombre que aun no entiendo, pero que simplemente me pertenece.
¿Será que es una enorme responsabilidad ser uno mismo, y es más sencillo ser aceptado que aceptarse? No valemos mas que lo que los demás están dispuestos a pagar por nosotros..parece que es la gran mentira que domina sus almas.. Necesidad de reconocimiento, pavor ante el ser uno mas, combatido siendo uno mas..¡Triste ironía!


Hoy soy todo mi patrimonio, mi realidad, mas adentro que afuera. No necesito destacarme entre la multitud vendiéndome como un producto en la vidriera.. Prefiero cargar con mi verdad, de la mano del anonimato, de la soledad, por aquella senda que solo construyo yo y la naturaleza que me rodea, y que algún día cargará con mi huella. Solo son testigos el viento y el paisaje; el murmullo de la vida, mi fiel acompañante.
Y entonces, el día en el que mis pulmones tomen el último bocado de aire, mis ojos se cierren para no volver a ver jamás, y mi corazón se detenga en un rotundo golpe seco, balbuceando el suspiro de un mensaje silente, sabré que ya no necesitaré de mis sentidos, y que nunca mas habrá lugar para la mentira; sino que me convertiré en perfección, en cada gramo de aire, en cada paisaje y en cada brisa que mueve a la vida. Me haré esa palabra que desahogará tu alma y que solo compartiremos con la eternidad observadora. Seré asi quien guarde tus pasos y cuide de tu anónima figura errante, que transita este mundo en busca de verdad, para fundirte en el eco de la inmortalidad y resurgir como un nuevo brote de esperanza.






Sofia.